martes, 27 de enero de 2015

Uno

El reloj marca la una; el tren ha llegado.

Maletas, abrigos andantes con sombrero, carritos de niños se mueven de un lado a otro en una danza frenética. Se escuchan saludos, besos y alguna que otra respiración contenida por la emoción. El ambiente huele a café y esperanza; a sentimientos de libertad e ilusión por aquello que vendrá. Resulta tentador recostarse en una esquina e imaginar las aventuras y desventuras que están en juego; deshilar cada mirada, cada roce de manos entre maleta y maleta. Observar sin ser visto. Analizar sin ser analizado. Jugar al oráculo que todo lo vaticina y dejarse embriagar escuchando la banda sonora de esta película que es la vida. Un día cualquiera en un lugar cualquiera.

Todo queda por delante. El reloj marca la una y diez; el tren ha marchado.

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